domingo, 18 de marzo de 2018

Las alas de la mariposa





Era un día primaveral. Los pajaritos cantaban y las mariposas revoloteaban sobre las flores. ¡Qué bonito estaba el jardín lleno de tantos colores! 

Susana miró por la ventana y al ver el jardín tan colorido y animado, una gran sonrisa iluminó su cara. Pero qué susto sintió de repente al ver que Juanito, su hermano pequeño, trataba de atrapar a una mariposa. La niña salió apresuradamente de su habitación dirigiéndose al jardín pero cuando llegó ya era tarde: el niño había tocado las alas de una mariposa y ésta cayó sobre la tierra.

- Esta mariposa ya no podrá volver a volar – le dijo Susana a su hermano que miraba con los ojos llenos de espanto.
- ¿Por qué? – preguntó con un hilito de voz.
- Porque las alas de las mariposas son muy frágiles. Están recubiertas de unas escamas pequeñísimas que se rompen al tocarlas.

Juanito se puso muy triste y los dos hermanos quedaron unos instantes contemplando a la pobre mariposa que trataba de alzar el vuelo sin éxito. De pronto Susana le dijo:
- Vamos a intentar ayudar a la mariposa.

- ¿Cómo? – preguntó animado Juanito. 
- La pondremos sobre la rosa que tengo en mi ventana.

De modo que Susana cogió a la mariposa con mucho cuidado, la llevó junto a la rosa y ambos hermanos se quedaron observándola durante un rato. ¡Qué pena que los niños no pudieron entender la conversación que tuvieron la rosa y la mariposa! ¡Y qué afortunado eres tú que aquí la puedes leer!

- ¡Hola! - le dijo la rosa a la mariposa - ¿Por qué te han traído aquí los niños?
- Porque no puedo volar. Ellos creen que estaré mejor contigo. Pero se equivocan, nunca volveré a ser feliz.


La rosa permaneció en silencio unos instantes y después le preguntó:
- ¿Estás completamente segura?
- Claro que lo estoy – respondió la mariposa notablemente molesta - ¿cómo te sentirías tú si se estropeasen tus pétalos?
- Muy mal, pero hay más cosas de las que me siento orgullosa. Trataría de pensar en esas cosas.
- ¿Más cosas? ¿y qué cosas son esas? – preguntó inquieta la mariposa.
- Por ejemplo pensaría en la cantidad de historias maravillosas que sé e intentaría contárselas a alguien que quisiera escucharme – contestó la rosa.
- ¿Sabes historias? ¿pero qué historias puedes saber tú, una rosa que acaba de nacer hace sólo unos días?
- Ese es un misterio que no voy a desvelarte. Pero tengo una pregunta para ti, ¿quieres conocer esas historias?
- ¡Claro que quiero! – dijo la mariposa con ilusión y alegría, y en ese momento se olvidó por completo de que ya no podía volar.



Y he aquí el final de esta historia que en realidad es el comienzo de muchas otras.

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